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Esta camiseta negra guarda una historia que va mucho más allá de la tela y los pinceles. Cuando Alberto me pidió crear un diseño especial para un regalo, me habló de una idea ligera, apenas un destello, pero suficiente para que mi imaginación comenzara a arder. Enseguida pensé en Marilyn Monroe, esa mujer que trascendió el tiempo y el cine para convertirse en un mito eterno: belleza y fragilidad, luz y sombra, sensualidad y vulnerabilidad.
De ahí nació esta obra: el rostro de Marilyn, mitad mujer y mitad calavera, pintado en vivos colores que vibran sobre el fondo oscuro —fucsia, azul turquesa y otros matices intensos que contrastan con el negro profundo de la camiseta. La calavera no resta encanto, sino que lo amplifica, porque representa la otra cara de la eternidad: la fugacidad de la vida y la inmortalidad de un icono que nunca muere. Este contraste es precisamente lo que me inspiró a declararme en este diseño: el poder de Marilyn para seguir hablando de nosotros mismos, de nuestra belleza y nuestras contradicciones, incluso desde la ausencia.
El valor de esta camiseta es doble: artesanal y artístico. Artesanal porque cada trazo nace de mi mano, de horas de concentración, paciencia y pasión; artístico porque el dibujo no es mera decoración, sino un símbolo cargado de fuerza y de sentido. Es un diseño único, exclusivo, irrepetible, que conecta con quien lo lleva y también con quien lo contempla. Puede ir dirigido a quienes admiran a Marilyn, a quienes buscan expresar su personalidad con una prenda distinta, a quienes valoran la moda como un espacio de arte y autenticidad.
Este es el resultado final: una prenda que es también un lienzo, un tributo a un icono inmortal y una declaración personal de estilo y significado. Una camiseta que no solo se viste, sino que se siente y se recuerda.



